El Barça sufre para pasar a cuartos (3-1)

Javier Mascherano tenía un gran reto, suplir a Sergio Busquets que retrasaba la posición ante las bajas en defensa de Puyol y Piqué. Del buen hacer de El jefecito dependía en gran parte el resultado final. Él debía ser el encargado de que el equipo no se rompiera y evitar desagradables sorpresas. Y el argentino realizaó uno de los mejores partidos desde que llegara en verano. Luchó cada balón y salvó a su equipo desbaratando la mejor oportunidad del Arsenal a dos minutos del final. Una pérdida de balón de Adriano en campo propio permitió montar el ataque a Wilshere que pasó a Bendtner, sólo ante Valdés, y justo cuando armaba la pierna para disparar Mascherano se cruzó para ganarse el cariño de la afición culé. Él fue la personificación de la presión asfixiante que impidió a los gunners tener el balón, apenas un 30 por ciento de posesión.

Tampoco lo quiso. A pesar de contar con un cinco jugones en el mediocampo (Diaby, Wilshere, Cesc, Nasri y Rosicky) y Van Persie (expulsado de forma rigurosa) el equipo de Wegner jugó muy defensivo, sin intención de buscar el área rival y sin crear ocasiones. De hecho, se encontraron con el empate sin haber tirado a puerta. Arsene Wegner ya ha señalado como culpable al árbitro por dejarles con diez, aunque debería hacer autocrítica y responder por qué sacó de inició a dos jugadores lesionados (Cesc ha reconocido que jugó con molestias desde el minuto 15) y por qué intentó hacer lo que no sabe: jugar al catenaccio.

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