El histórico gol de Vedad Ibiševic

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Un gol de Vedad Ibiševic en Kaunas metió a Bosnia y Herzegovina en el Mundial y suyo también ha sido el primero del país en un fase final de Mundial. Era el minuto 85 y aunque los balcánicos lo intentaron no pusieron en peligro la victoria por la mínima de Argentina, que mostró una imagen pobre y salvó una genialidad de Lionel Messi (2-1). El partido no dejó mucho más. Sólo será recordado por el debut de Bosnia en la máxima competición del fútbol internacional en el que Ibiševic inscribió, con su tanto, su nombre para la historia del fútbol bosnio. Otra vez él. Esta vez en el mítico Maracaná.

Criado en la antigua Yugoslavia y en Suiza, Vedad Ibiševic (Vlasenica, 1984) emigró con su familia a Estados Unidos en 2000, pero regresó a Europa apenas tres años más tarde. Para entonces, varios clubes se habían fijado en el joven atacante, y el París Saint-Germain consiguió hacerse con sus servicios. Tras pasar por Dijon y Aquisgrán, la consagración le llegó cuando militaba en el Hoffenheim, por entonces en la segunda división alemana. Allí coincidió con su compatriota Sejad Salihovic y juntos condujeron al equipo a la máxima categoría del fútbol alemán. Tan destacada fue su actuación (123 partidos, 48 goles) que fichó por el Stuttgart, donde juega actualmente desde 2012.

«Un gol, para nosotros, es mucho más que un gol», ha dicho Ibiševic, que llegó a St Louis (Estados Unidos) procedente de Vlasenica escapando de una guerra cruel. «Vi demasiadas cosas horribles», ha confesado el delantero. Todo el barrio donde vivía fue arrasado. Mataron a su padre y su tío. Y él, como otros dos millones, se convirtió en un refugiado. El mismo recorrido llevó a cabo Asmir Selimovic, a quien su madre vistió de niña para salvarlo de la matanza serbia de ocho mil bosnios musulmanes de 1995 en Srebenica. «Cuando Dzeko hace un gol anotan con él todos los refugiados bosnios del mundo. Es nuestro ejemplo y esperanza, nuestro cuento de hadas», explicaba el jugador al periodista Ed Vulliamy en el libro ‘The War is Dead, Long Live the War: Bosnia: the Reckoning’.

El 15 de octubre del 2013 el gol de Ibiševic desató la alegría en Sarajevo. Una fiesta como nunca se había conocido. Musulmanes, cristianos y ortodoxos celebraron la clasificación de su selección de fútbol para el Mundial de Brasil. Aquella noche las bengalas iluminaban el cielo bosnio y los festejos en las calles parecían interminables. El gol contra Argentina, después de las peores inundaciones que ha sufrido el país en 120 años, no ha provocado grandes festejos. Pero el fútbol sigue uniendo a un pueblo en el que etnia, idioma y religión definen más que lugar de nacimiento. Muhamed Konjic, el primer capitán de Bosnia, lo explica en el libro de Vulliamy: “El campo de fútbol es donde Bosnia realmente sucede. El principal rayo de esperanza para mostrar quiénes somos”.

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